Ayer compré un felpudo en El Corte Inglés. No fue casualidad. Las casas necesitan felpudos. No se hace publicidad de felpudos, por eso sé que lo del felpudo no es un capricho sino una necesidad. Lo sé también porque pude comprar un felpudo por sólo 5,95 €. Y también porque el dependiente ni siquiera me lo envolvió. Ups, el dependiente tampoco me dio el recibo. Maldita sea, a ver cómo devuelvo yo ahora el felpudo. Supongo que tendré que conformarme con éste, ignorar otros felpudos, pasar página, seguir con mi vida. No. ESPERA UN MOMENTO. Yo siempre quise ser libre, tomar decisiones, elegir. Ser el tipo de persona que devuelve un felpudo porque se lo pensó mejor. Por qué no. “Yo una vez devolví un felpudo”.